Quiero
salir de mi zona de confort (el mundo del arte) para escribir sobre un asunto
que, al fin y al cabo, nos afecta a todos aquellos que disfrutamos del mundo
visual y trabajamos con los ojos: el poder de la imagen y el uso irresponsable
(muchas veces incluso indecoroso) que se hace de ella.
La
idea para este artículo comenzó hace unos días, más específicamente el pasado
12 de mayo. En esa fecha nos levantamos con una noticia curiosa: la organización
de consumidores FACUA denunciaba al torneo de tenis Madrid Open por un folleto publicitario. A simple vista este parecía inocente: promocionaba los palcos vip
con fotos de algunos de los jugadores que participaban en el evento. Hasta aquí
todo bien. El problema se encontraba, sin embargo, en los textos que
acompañaban dichas imágenes: a los tenistas hombres se les describía como “las mejores raquetas del mundo”,
mientras que a las tenistas mujeres se las presentaba como ejemplos de belleza
y elegancia.
Parte del folleto de Madrid Open
Esas
descripciones eran en si ya un hecho grave. Pero lo peor de todo fue darse
cuenta de que varios amigos, muchos de ellos jóvenes con estudios
universitarios y cierta mente avanzada y progresista, parecían no darse cuenta
de lo peligroso detrás de esas palabras. Al enseñarles el folleto por primera
vez, un gran número de ellos parecía haber perdido su sentido crítico y no
encontraba el problema en esas descripciones. No se daban cuenta de que esa
publicidad estaba bastante fuera de lugar, al cosificar a las jugadoras y
reducir al mínimo su valía profesional: ellos son muy buenos en el campo, pero ellas
sólo están ahí por su hermosura, no por su habilidad deportiva y
profesionalidad. Menudo ejemplo para los más pequeños: les estamos dando a
entender que ellos pueden conseguir lo que quieran (y serán reconocidos),
mientras que de lo único que se tienen que preocupar ellas es de estar guapas.
Nos
encontramos en un momento en el que mucha gente cree que el machismo se ha
reducido a casos aislados, pero siguen surgiendo situaciones machistas a diario
en la televisión, en la publicidad y en la vida cotidiana. Y lo más deprimente
es que hay gente que ha asumido tanto ese machismo que no es capaz de reconocer
los signos en cuanto los ve. ¡Abrid los ojos! En la mayoría de los anuncios las
mujeres son sólo objetos sexuales para premiar a los hombres o las únicas
responsables del cuidado de sus casas (véase los spots de desodorantes y colonias
masculinas, detergentes o productos de cocina); en las películas o series de
televisión ellas sólo aparecen para hablar de sus problemas con los hombres o
sus relaciones amorosas (como si no hubiera vida más allá de nuestras parejas);
y en numerosos programas de televisión ellos van bien tapados y ellas están medio
desnudas (porque ya se sabe: ellos son los listos, nosotras las guapas). El
folleto de Madrid Open es, pues, sólo uno de los miles de ejemplos a los que
nos debemos enfrentarnos las mujeres. La imagen de la mujer se ha simplificado,
reducido y cosificado tanto que ya nos parece normal, pero ¿dónde están los
demás prototipos de mujeres? ¿Dónde se representan esas mujeres fuertes,
independientes, profesionales? Menudo panorama más desalentador.
No
podemos negar que se han conseguido muchas mejoras hasta ahora (sólo hay que
volver la cabeza atrás y ver esos anuncios de los años 50), pero aún quedan
muchas cosas por las que hay que seguir batallando. Y los sectores de la
publicidad, la televisión o el cine deben ayudar a romper con la tendencia machista
que ha habido hasta ahora. Los responsables de estos contenidos deben darse
cuenta del poder que tienen en sus manos y comenzar a utilizar las imágenes
desde un punto de vista más ético y responsable.
Y no sólo lo digo yo. Hay muchos artistas que, dentro de sus posibilidades, critican el tratamiento de la imagen femenina en la actualidad. No podemos olvidar, por ejemplo, el trabajo de la activista española Yolanda Domínguez (personalmente me encantan trabajos suyos como Katy Salinas, Esclavas, Fashion Victims o Niños vs. Moda). Pero también hay otros nombres tales como Martha Rosler y su trabajo Semiotics of the Kitchen, Saint Hoax y su serie Make America Misogynistic Again, o Nadie Gómez Kenier y su trabajo Macho sobre todas las cosas. Sigamos sus pasos y critiquemos aquello que no nos guste.
Y no sólo lo digo yo. Hay muchos artistas que, dentro de sus posibilidades, critican el tratamiento de la imagen femenina en la actualidad. No podemos olvidar, por ejemplo, el trabajo de la activista española Yolanda Domínguez (personalmente me encantan trabajos suyos como Katy Salinas, Esclavas, Fashion Victims o Niños vs. Moda). Pero también hay otros nombres tales como Martha Rosler y su trabajo Semiotics of the Kitchen, Saint Hoax y su serie Make America Misogynistic Again, o Nadie Gómez Kenier y su trabajo Macho sobre todas las cosas. Sigamos sus pasos y critiquemos aquello que no nos guste.
Niños vs. Moda
de Yolanda Domínguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario